domingo, 16 de noviembre de 2014

Aportes de otros autores que se interesan por este tema...

Muy cierto...


¿QUÉ ES EL LÍMITE?

Entendemos el límite como la norma que define las conductas determinadas en un contexto determinado. La misma se desprende de los valores que la hacen sustentable. Si en esta sociedad reconocemos como valores el bien común, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la honestidad, etc, cualquier norma deberá tener como respaldo estos valores. Después cada familia estable sus normas a partir de la interpretación que hace de cada valor: aún cuando dos familias diferentes basen sus relaciones en el “respeto” como valor, cada una puede interpretar una cosa. Las normas marcan pautas de comportamiento estableciendo lo que está permitido y lo que no, de esta manera regulan el accionar de los sujetos y permiten la convivencia social"

¿Sabes poner límites a tus hijos?

Los niños necesitan que los padres les pongan límites para que ellos puedan crecer respetando a las otras personas, sino no sabrán distinguir claramente lo que deben y lo que no, así como lo que está bien y mal. Al poner límites les protegemos de muchos de los riesgos de la vida actual, como las adicciones o los comportamientos delictivos, puesto que les enseñamos a cumplir unas normas, un orden y un respeto, siempre desde el afecto y la congruencia. Los límites les enseñan a organizarse y a tener buenos hábitos que serán un valor seguro para toda su vida.
Si esto es así ¿porqué muchas veces no ponemos límites a nuestros hijos?. Nuestro estilo educativo a lo largo de las últimas décadas ha pasado por una disciplina exagerada y casi represora (la letra con sangre entra), hasta el otro extremo en el que todo está permitido y donde los padres pasan a ser colegas de sus hijos. A veces las palabras “disciplina” y “autoridad” las equiparamos a las de castigo y represión, y por eso las evitamos, por miedo a parecer unos padres anticuados e inflexibles. Sin embargo la palabra autoridad se deriva del verbo latino "augere", que quiere decir ayudar a crecer y esta es en realidad la meta de cualquier padre.

Es importante para mi saber si le pones límites a tus hijos, por eso al pie del blog te deje una encuesta.

Muchas gracias, Carla

domingo, 9 de noviembre de 2014

El no empieza por casa


Los límites en la Escuela

Los niños llegan a la escuela condicionados por una relación ambigua con sus padres, quienes no actúan como tales sino que se comportan como si fueran pares o amigos

Esta actitud se debe a veces a sus propias experiencias infantiles con padres autoritarios que no tenían ningún respeto por ellos obligándolos a hacer su voluntad sin jamás escucharlos; lo que los obliga a consentir a sus hijos como compensación.
Pero también puede tratarse de la actitud indolente e irresponsable de padres ausentes, que no son capaces de asumir su rol y renuncian a mantener su autoridad en el hogar; o de padres que descargan sus resentimientos por haber sufrido maltratos en su infancia.
La autoridad es un rol, y no representa una posición de poder ilimitado sino que es un papel intransferible que debe desempeñar todo aquel que tiene la responsabilidad de educar a su hijo.

No significa mandar u ordenar sino que se trata de poner las reglas y hacerlas cumplir actuando con firmeza y sin violencia.
Hoy en día los niños no tienen figuras paternas significativas, porque sus padres no saben o no quieren asumir su rol, por lo tanto, esos niños, no reconocerán ninguna autoridad a ninguna persona mayor, sea quien sea, ni les inspirará ningún respeto, ni llegará a tener la relevancia necesaria como para identificarse con ellos.
Es importante que un niño desde pequeño aprenda a tomar algunas decisiones que le competen de acuerdo a su nivel, pero no es posible obligarlo a elegir sobre temas sobre los cuales no están capacitados para discernir y que solo deben ser responsabilidad de un adulto.
Las decisiones concernientes a la escuela donde van a ir, el barrio donde van a vivir, la casa que habitarán, la forma de disponer del dinero, la ropa que van a usar deben ser de los padres, no de ellos. Porque no es lo mismo elegir entre ponerse un pantalón en lugar de otro que ya tienen, que exigir que le compren determinadas vestimentas de moda y desechar la que tienen, endeudándose para consentirlos.
A muchos padres les falta firmeza, no son fieles a sus propias decisiones, cambian, se contradicen y no tienen la fortaleza de mantener sus propias convicciones.
Los padres son modelos para los hijos y es imposible identificarse con un modelo que cambia de valores a cada rato.
Los niños se comportan en la escuela como en su casa y copian la forma de conducirse que tienen sus padres. Si un padre no respeta a la autoridad ni las leyes su hijo hará lo mismo y se rebelará contra toda norma, regla o imposición institucional.
El trato que los padres tienen entre si es un patrón de comportamiento que imitarán sus hijos para relacionarse con las personas que los rodean y con sus maestros. Porque la violencia en la escuela es una conducta aprendida en el hogar, y la mayoría de las veces los chicos violentos son los que reciben castigo corporal de sus padres.
Las sanciones disciplinarias deben existir tanto en el hogar como en la escuela, que no representan castigos sino que son las consecuencias del no cumplimiento de las reglas.
En toda sociedad pasa lo mismo, quien no cumple con las leyes va preso, y tal vez, si aprende de su experiencia podrá rehabilitarse.
Al tener conciencia de que cada acción tiene su consecuencia, los niños adquieren el sentido de responsabilidad para hacerse cargo de su propia conducta y aprenden que no basta con disculparse o arrepetirse.
Los niños discriminan desde pequeños a los que son diferentes, tal cual hacen los padres que priorizan la presencia y dejan de lado la decencia, cuando no les importa de dónde viene el dinero, porque lo que más les importa es tenerlo.
No basta con intentar reflexionar con el alumno sobre su falta de respeto o su conducta antisocial, es necesario que cumpla una sanción, que haya una respuesta concreta frente a la irreverencia, el atropello, la burla, el desprecio por las diferencias y la falta de disciplina, para que pueda tomar conciencia que la convivencia es imposible en una sociedad donde no se cumplen las reglas, porque la violencia engendra violencia y siempre se vuelve contra uno mismo.


Fuente: Los Límites en la Escuela | La guía de Psicología http://psicologia.laguia2000.com/la-educacion/los-limites-en-la-escuela#ixzz3Ihdbwbfv

Cuando decir sí y cuando decir no.


viernes, 17 de octubre de 2014

Frases Típicas

En una ocasión he oído a alguien decir que" un niño sin límites no es un niño feliz" No sé exactamente quién lo dijo, pero cuánto más buceo en el mundo de la educación, mas me convenzo de que lo que he oído es una verdad absoluta. Los límites hacen con que el niño se sienta controlado y cuidado, y sobretodo seguro.
Todos los niños necesitan límites. Un niño sin control es como un barco sin timón, un caminar sin rumbo ni dirección. No se puede educar a un niño a su aire, dejándole hacer lo que le da la gana. Un niño debe tener claro hasta dónde puede llegar, qué es lo que se espera de él. Y aprender a trabajar y a obedecer según los límites que le dan.

Límites y normas en la educación de los niños

Niño reflexivo y pensativo
Son muchas las quejas de las familias sobre la falta de educación y de control de los niños, sobre las innúmeras rabietas que montan algunos, sobre sus ataques de ira, de agresividad. Creo que en su mayoría son niños que jamás experimentaron límites, y que solo tratan de llamar la atención para conseguir lo que realmente quieren.
Para algunos padres eso de límites suena a algo así como quitar la libertad y la espontaneidad de los niños. Pero es todo lo contrario. Los límites, bien empleados y comunicados, ayudan a la relación de los niños con su familia. Provoca un cierto acercamiento. Para enseñar los límites a tu hijo es necesario que conozcas algunas pequeñas reglas:
1- Los límites deben ser sencillos, ante todo. Me explico: es mejor decir a tu hijo que tendrá que recoger la mesa después de la cena, en lugar de decirle que debe limpiar todo porque él no hace nada en casa.
2- Los límites deben ser claros y explicados. Si tu hijo no se ha esforzado lo suficiente esta semana en sus estudios, no tiene por qué disfrutar de una sesión de cine el fin de semana. Explícale que si en la próxima semana él trabaja mejor, que podrá ir al cine.
3- Los límites deben ser positivos. Por ejemplo, si el niño habla de una mala manera contigo, o tira algo al suelo, en lugar de decirle que NO lo haga, de una forma enérgica, lo mejor es que respires hondo, espere un rato y después, demuestra al niño su interés por su enfado. Eso le mostrará una forma de manejar el enfado o irritación.
4- Los límites deben ser firmes y consistentes. Para decir a tu hijo qué es lo que esperas de él, es necesario que le mire a los ojos, háblale de una forma clara y seria, y que le sostenga por los hombros mientras hablas.
5- Es muy importante que cuando se prohíba a un niño de algo, que siempre lo mantenga. No se puede castigar un día y perdonarlo un minuto después. Sólo creará una confusión en la cabeza del niño.

martes, 14 de octubre de 2014

LA IMPORTANCIA DE PONER LIMITES A LOS NIÑOS

Hola amigos: Mi nombre es Carla Burgueño soy estudiante de la Tecnicatura en Primera Infancia, estoy incursionándome de apoco en el mundo de los blog y me encuentro muy entusiasmada en ir  construyendo este blog de cómo los limites en el niño son necesarios.


Ser padres no es una tarea sencilla y muchas veces dudamos sobre la forma en que debemos criarlos. Estamos viviendo una época de mucha libertad y eso no está mal, sin embargo, a veces a los adultos nos cuesta poner límites y eso se ve reflejado en el mal comportamiento de los niños tanto en el hogar como en la escuela.

Es fundamental saber que poner límites a los hijos es un acto de amor y nada tiene que ver con ser autoritario. Los límites les brindan seguridad y tranquilidad a los niños y aunque parezca mentira, aumentan la autoestima y contribuyen a un sano desarrollo emocional.

Claro que poner límites no significa acudir a la violencia. Nada de eso, sólo implica que la vida diaria se desarrollará en un marco de orden beneficioso para todos los integrantes de la familia.

Naturalmente, todos los niños son revoltosos, desobedientes y caprichosos, y lo hacen porque necesitan conocer los límites para ubicarse en el mundo y para sentirse seguros de que alguien los está cuidando. Cuando el límite  está ausente, los chicos asumen ellos mismos posiciones de autoridad que no les corresponde a su edad y se convierten en niños violentos o irrespetuosos.

Lo importante es estar seguros del límite que aplicamos. No hay que mentirles a los niños y siempre cumplir con lo que les decimos. Así como debemos siempre cumplir si les prometemos llevarlos de paseo o jugar con ellos, también debemos aplicar las sanciones. Si le dijimos al niño: “si no haces esto, no ves la televisión en todo el día”, debemos efectivamente apagar la tv, de esa manera, los chicos aprenden a respetar los límites, aunque los cuestionen o se enojen.
Otro tema fundamental es que no haya contradicciones entre los padres. A los niños les hace muy mal que los padres se desautoricen entre ellos y cuestionen lo que uno de los dos le dijo al niño. Así que es importante consensuar con nuestra pareja sobre los objetivos y la forma de crianza de nuestros hijos.
Hay que tener en cuenta que los límites son parte del amor de nuestros hijos, no hay que dudar de que les hacen bien y también debemos enseñar a respetar a sus pares y a los adultos, para inculcarles conductas no violentas.
También es importante que los límites que pongamos no sean producto de nuestro estado de ánimo, sino de los objetivos racionales que tengamos con respecto a la crianza de los niños.
Poner límites no implica que le quitemos al niño la posibilidad de elegir. Por ejemplo, si el tema en cuestión es que no quiere bañarse, la negociación que podemos hacer es: vas a bañarte aunque no quieras, pero si lo deseas puedes elegir hacerlo con la ducha o con la tina llena y puedes escoger dos juguetes para jugar en el agua. De esta manera, ponemos el límite claro de que tiene que bañarse pero a la vez les brindamos la posibilidad de elegir algo.